jueves, 2 de octubre de 2008

Al final todo llega... A la vez

Conseguir que te llamen del curso que quieres hacer del inem es casi como echar tu primera bonoloto y que te toque.
Y así soy yo, tengo la suerte de cara y a veces tanta que me abofetea. Te lo explico.

El viernes me dan un papelito en el inem que me cita para una prueba en el centro donde se imparten los cursos. ¿Una prueba? ¿Qué tipo de test me harán? ¿Me rechazarán por tener conocimientos anteriores sobre los programas a aprender?.

El lunes a las 9 de la mañana estoy ahí, rodeada de peña de todas las nacionales. La sala está abarrotada de gente y de ordenadores que apenas dejan medio metro para los usuarios de los equipos. Me imagino en esa sala de 9 a 2 con 40 personas más y 40 ordenadores encendidos, presiento que podría ser el mismísimo infierno.

A medida que los escuetos sitios van quedando libres, van pasando nuevos candidatos. Se nos da una hoja con unas 8 preguntas escritas con una tipografía romana que parece redactada a máquina, y sin duda son copias de copias.

La primera pregunta me deja helada: ¿Conoces Windows? A mi cara de sorpresa se le escapa una seña de dúplex.
Luego leo la segunda, ¿Qué son periféricos? Me contengo para no escribir una estupidez relacionada con los habitantes de las ciudades dormitorio. Las siguientes preguntas son más normales.

Cinco minutos después salgo de la sala, desconcertada sobre qué tipo de curso impartirán teniendo en cuenta el nivel de los conocimientos informáticos. Me dicen que me llamarán porque el test es selectivo y podría no hacerlo.

El martes por la tarde, mientras sueño con un enorme tazón de colacao y chocrirspies mutantes, suena el teléfono. Es Maria Jesús, de la agencia donde hice la entrevista en Mayo.
Me cuenta que está embarazada y que están pensado coger a una persona con poca experiencia para formarla durante un tiempo en las cuentas que lleva y que ésta se queda supliéndola durante su baja por maternidad.
Me cita para una entrevista y entre balbuceos fijo una cita.
Cuelgo el teléfono. Dios existe. Quiero contárselo a alguien pero estoy sola en casa, grito, salto, lloro y canto. ¿Podría estar un paso más cerca de mi anhelado sueño profesional?

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